No sé dónde ponerme los huesos en la carne
y esconderle al cuello su largo pasadizo
Mirarme hoy es más triste
que una calle a la que el frío
hubiese dejado solitaria
Es ser como una clase
sin tizas ni pupitres
Confieso que te amo y es por eso
que no quiero que me mires esta noche
Si me miras te afliges y pugnas por
acercarme la memoria de mi tiempo vivo
Mirarme hoy es más triste
que los árboles cuando
su color es devastado por el otoño
Es ser como una puerta
a la que han arrancado los visillos
Intentas mirarme con ojos inyectables
Con ojos enfermeros paleativos
Tus ojos se me entregan como
el emigrar de un ave a la que he cogido cariño
Mirarme hoy es más triste
que una catedral
con vidrieras grises
Es ser como un payaso
ajado por la melancolía
Me miras y tratas de sostener
una nube en el aire
del cielo que me ha sido prohibido
Tus manos intentan consolarme
y sonarse tan despacio como un siglo
Mirarme hoy es más triste
que un loco que recuerda
tiempos de cordura
Es ser la lluvia
que moja la cara de los que descansan juntos
Y yo me oculto en este traje de sábanas
que lavan su muerte cada semana
Me asomo a tus ojos como si fuesen ventanales
y tiemblo al ver tu tristeza
Porque tú me miras
pero no encuentras a nadie
Y nadie puede decir que existo
ni si quiera tú
Tus ojos ahora me lloran
Llegas a despedirte, amor mío
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