Estrofas al fin del mundo

I
El granizo al estampar sobre la herida abierta
el hierro de su cólera prendiendo
incansable y voraz labra su nido
como gusano ruin en carne muerta
en todo exánime y podrido
II
Arranque de ese dolor
que se encuentra en el misterio
y huye triste del rumor del mundo
fue su sátira cauterio
mísero, ensangrentado y moribundo
III
Si hoy sonase la lira que
con Quevedo descendió a la tumba
en medio de esta tierra de escándalo que zumba
de esta universal mentira
de este gangrenado olor que se respira
IV
En lucha estéril nuestra fuerza agota
la llama viva y creciente de la incertidumbre
el huracán de sangre que devasta
que el rostro nos azota
la honda y fétida podredumbre
V
Nuestras almas son cubiertas con un velo
de un horroroso y ciego desvarío
como el sepulcro impenetrable
que destituye al mismo Dios
y precipita al mundo en el vacío
VI
Si en medio de esta lúgubre orgía
esta lira estallará, ¿qué sería?
Canto de guerra
grito de indignación
que sepultaría las entrañas de la tierra
VII
Tanta degradación insaciable
¿no hay valiente que la contemple?
¿siempre hay que sentir lo que se dice?
¿jamás hay que decir lo que se siente?
VIII
Ese gran satírico o aliente
cuántos sueños de gloria hace evaporar
cuánta ilusión perdida en el vacío
y cuantos corazones anegados
en la corriente del hastío
IX
Es sorda inundación que se desata
no es la revolución raudal
Es un sórdido resplandor que ciega
Hielo abrasador que hiere
tormentoso vértigo que perece
X
Apartando la vista de ese cieno social
de esos nítidos despojos
de ese lúbrico desenfreno
de esa fuerza que aplasta
¿qué queda sin dolor y sereno?
XI
Y ¿dónde mirar?
sorda carcoma prepara el cataclismo
y como en tiempos de Grecia y Roma
huele a guerra que lleva hacia un abismo
que todo vacila y desploma
XII
La noche eterna cubre el corazón
y la soledad se pierde en la angustia
en este pavoroso desconcierto
asoma la primera calada de desesperación
y las agujas del reloj se paran
XIII
¿Dónde más hondo desconsuelo que en un alma?
¿Dónde hay miseria mayor
El velo que cubre viva la materia
 se desgarra con un inextinguible anhelo
de apagar el cielo y ahogar la tierra
XIV
¿Si se adhiere la constancia infame del beodo
que goza en su abyección
y en ella muere
a la culpada humillación?
¿Cómo seguir con vida?
XV
¿Si el corazón ciego y torpe
y degradado en todo
desconoce su origen
y prefiere surgir del lodo?
¿Qué más queda?
XVI
No eres, libertad, aquella virgen
de blanca y ceñida túnica
Ya no existes, libertad
Y no eres la deidad que alumbra con su luz
los lóbregos abismos de la vida
XVII
Ya no hay fuente de perenne gloria
que dignifique el valor del acto humano
Ahora hay un ángel vengador
que imprime en las espaldas
el hierro enrojecido de la historia
XVIII
Los peores instintos se desbordan
sin luz ni guía
y el rugido de un volcán estalla
en el tumulto de la anarquía de sentimientos
como indómito corcel
XIX
El fin afila su puñal
y la enconada cólera que encierra
engrandece de terror las pupilas
hace temblar la tierra
como las hordas bárbaras de Atila
XX
Esta turba alborotada
infunde sangre podrida
en venas de un mundo desmayado
y halla la codicia estrecha
que es el vivir


0 comentarios:

Publicar un comentario