Reminiscencias

Lees a David Foster Wallace
con un sombrero puesto y un chaleco gris
 en esta plaza de palomas blanco satén
aún con olor a sudor y desventura
Una vez amé, pensé que me amarían y no fue así
eso es todo lo que tengo que contar
Mas sé que amor que no devasta no es amor
Sé que mientras te quise estuve viva
En sueños todavía sigo pronunciando tu nombre
que es la única oración que no he olvidado
Sólo no estaba sola cuando estaba contigo
Nos encerrábamos en un paréntesis de brazos
donde no cabía el mundo
Hay pocas reglas en el juego de la vida
pero son todas muy difíciles
Yo he jugado y he perdido
y sonrío con desgano y desdén al mundo
como el mendigo que una vez fue rey
Todo pasó, ya no importa nada
No me queda otra que aceptar
mi patética invitación a la vida
y tratar de aferrarme con fuerza
a cada instante que huye
sacudiendo tanta apagada tristeza
que es ceniza que mancha mi ropa
Recorro las calles en la noche yendo tan lejos
como un preso no puede vagar y grito
que lo difícil no es olvidar el pasado
sino el futuro que imaginé
Yo solitaria fumo en el perfil de un puente,
mis ojos se llenan de ceniza
y miro hacia un río
que refleja días olvidados
que en ese agua del tiempo ríen y se alejan
Grito en una vil y funesta cólera contenida
Pero tú no me oyes
Mientras un duro terrón de hastío se deshace
en la taza del café número trece del día
Hoy envidio a cualquiera sólo por no ser yo
Y espero a que la vida se siente en una silla vacía

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